Reflexión de la autora Elsa Sabando: "¿Matrimonio?"

¿Quién soy yo para juzgar?  

Esa es la frase con la que quiero empezar hoy.  

No hablo desde la perspectiva de un personaje ficticio, sino desde mi propia voz como autora. ¿Cuántas veces se habla del amor verdadero? Innumerables.  

Se idealizan esos matrimonios que duran 20, 25 o 40 años. Y quizás no es que me aleje del concepto real de lo que es el amor, simplemente me distancio un poco de esas situaciones, “donde se dice que el amor dura para siempre”.  

El amor es un sentimiento tan profundo de expresar, pero precisamente por su profundidad, también puede llevarnos a la costumbre excesiva o a la dependencia. Nos aferramos a la idea de que esa persona es nuestra media naranja, nuestro complemento, nuestro todo, y en esa búsqueda de plenitud en el otro, a veces perdemos nuestra propia individualidad. Cuando nosotros somos personas que nos valoramos y tenemos una autoestima sólida, ninguna separación debería dañar nuestra esencia.  

La vida nos presenta diversas situaciones:  

-unas buenas,  

-otras malas, como suelo decir.  

Y a veces me han cuestionado y se han atrevido a decirme: 

- Ah, tú piensas así porque no tienes marido, una frase muy popular en Latinoamérica.  

Pero no es eso exactamente lo que sucede. Uno observa, experimenta y escucha. Y saben, el amor no es solo un concepto; yo lo compararía con una planta. Una planta a la que riegas y riegas, y va creciendo. Así veo el proceso del amor, un crecimiento constante que requiere cuidado y atención, pero también libertad y autonomía. Es un dar y recibir, no un imponer o depender.  

No concibo un proceso donde se aguantan golpes, infidelidades, o esa dependencia económica donde la mujer tiene que esperar que su esposo le honre dándole dinero para sus gastos personales.  

El matrimonio, legalmente establecido en las constituciones de muchos países, es solo un contrato. - Pero ¿qué pasa con la unión de estas personas?  

Es ahí donde me cuestiono y digo que, hoy en día, los matrimonios son efímeros, igual que la vida. Basta con ver el caso de los famosillos de televisión: se casan hoy y en tres meses ya están divorciados.  

¿Por qué? Porque carecen del verdadero sentido o del peso de esta palabra, la verdadera comprensión del compromiso más allá del papel. 

Tú, que crees en los sueños y en el matrimonio perfecto, te respeto. Tú, que piensas que el matrimonio es aguantar absolutamente todo, te respeto. Tú, que crees que una vez que uno se casa, tiene que durar para siempre, te respeto. Lo respeto, pero no lo comparto. 

Porque ninguna persona debería estar sometida a alguien a quien no ama. Ninguna persona debería, solo por cuidar un matrimonio, dejar que sus hijos presencien problemas maritales. ¿Solo para conservar el matrimonio por los hijos? Creo firmemente que un hogar donde hay respeto y felicidad, aunque los padres estén separados, es infinitamente mejor que uno donde los hijos crecen con el eco de las discusiones y la tristeza de una relación rota y forzada. 

Entonces, ¿de qué está pintado el mundo? 

El mundo está pintado de cosas tan extrañas y una de ellas es el MATRIMONIO. 

Elsa Sabando 

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