Reflexión: "¿A quién le echamos la culpa?", de Elsa Sabando León

 ¿A QUIÉN LE ECHAMOS LA CULPA?


Niños peleando


    Si echamos un vistazo a nuestra infancia, muchos recordaremos con nostalgia las tortas de barro, los bailes improvisados, los juegos de las escondidas o la estrella. Actividades que, lamentablemente, hoy parecen haber desaparecido. En la actualidad, es dolorosamente evidente que los niños y niñas han perdido el interés en estos juegos, considerándolos infantiles. Sus sueños han cambiado.

    Hace poco, en mi barrio, fui testigo de algo que me dejó pensando. Vi a un grupo de unos siete u ocho niños, todos varones de entre 9 y 11 años, escondiéndose. Al principio, en mi inocencia, pensé:

    -- ¡Qué maravilla, juegan a las escondidas!

    Pero mi sonrisa se borró rápidamente. De repente, comenzaron a simular tener armas, uno con un palo, otro con una rama, otro solo con la mano. Estaban jugando a los sicarios. Me acerqué a comprar víveres y escuché a uno decirle al otro:

    -- Escóndete, ahí viene la policía.

    En ese momento, la risa se me quitó por completo. No era un juego tradicional, estaban imitando a los "malos" de la película.


¿En qué momento nuestros niños dejaron de querer ser policías para querer ser delincuentes?

    ¿Cuándo dejaron de reunirse fuera de casa para jugar a la pelota y ahora pasan horas en el teléfono o sueñan con tener una moto porque sus amigos también la tienen?

¿Quién es el responsable?


    Aquí surge la inevitable pregunta: ¿a quién le echamos la culpa de todo esto?

    Algunos culparán a los padres, argumentando que son demasiado permisivos o que, en lugar de dedicar tiempo a la familia, les dan un teléfono para que se distraigan.

    Otros señalarán al Estado, diciendo que la falta de una buena educación es la raíz del problema. Y no faltará quien apunte a los maestros, que educan en las escuelas.

    Sin embargo, no creo que la culpa recaiga exclusivamente en ninguno de estos tres actores. Mi intención no es recriminar a nadie, sino más bien plantear una reflexión: ¿por qué hemos cambiado tanto?

    Nuestra niñez, esa que trilladamente llamamos "el futuro de la patria", hoy enfrenta un futuro incierto. Y la verdad, eso duele. Me pregunto qué les espera a nuestros hijos que aún no tienen ese tipo de pensamiento.

    Esta no es solo una realidad de Ecuador; es una triste constante en muchos países de Latinoamérica:

    • Niños cometiendo delitos a temprana edad en lugar de graduarse de un curso de computación.

    • Menos niños leyendo y más niños pegados a la pantalla del celular.

   • Menos niños preocupados por pasar el año escolar y más niños obsesionados con comprarse una       moto.

    Me pregunto, sinceramente: ¿Qué podemos hacer para cambiar esta realidad?


Elsa Sabando
16/06/2025

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